🌇 La Plaza de España como altar del rock latino
Había pasado una mayoría de edad completa desde la última vez que Maná pisó Sevilla. Dieciocho años que, para muchos, fueron una cuenta regresiva silenciosa hacia un reencuentro soñado. Y el escenario no podía ser más simbólico: la Plaza de España, ese enclave monumental que sintetiza el mestizaje arquitectónico y emocional de todo un país. Dentro del marco del Icónica Santalucía Sevilla Fest 2025, uno de los festivales más ambiciosos y diversos del calendario europeo, la noche del domingo 22 de junio quedó marcada como una fecha clave en la historia sentimental de la música en español.
Lo que se vivió fue mucho más que un concierto: fue un ritual intergeneracional, un puente sonoro que unía el pulso juvenil de Airbag, la melancolía pop de Duncan Dhu y la fuerza mítica de Maná. Tres bandas, tres estilos, tres legados que confluyeron ante un público de 17.000 personas que corearon, sudaron y vibraron como uno solo.

🎵 Airbag: electricidad argentina bajo el sol sevillano
Puntuales a las 20:15h, Airbag abrió fuego con la potencia de quien entiende que los primeros minutos de un show pueden definir su historia. A pesar del calor extremo, los hermanos Sardelli se lanzaron sin red a un setlist directo y arrollador, con "Intoxicarme" como carta de presentación y una actitud que desafiaba la temperatura. El trío argentino, curtido en escenarios de toda América Latina, dejó claro que el rock clásico aún tiene mucho que decir cuando se toca con convicción y sin artificios.

Temas como "Cae el sol" y "Colombiana" resonaron con especial fuerza, elevando la temperatura emocional del ambiente. "Por mil noches" llegó acompañada por un estallido de guitarras que contrastaban con la vulnerabilidad de su letra, mientras "Huracán" fue introducida con un guiño directo a "Sultans of Swing", una declaración de principios sobre la genealogía rockera del grupo. Cerraron con "Solo aquí", una pieza melódica que bajó la tensión y dejó el ambiente listo para la transición.
El público más joven se volcó con ellos, pero también hubo complicidad en los rostros adultos, reconociendo en Airbag una versión actualizada de los clásicos del rock de los 80 y 90. Su paso por el Icónica no fue una simple antesala, sino una declaración de que el futuro del rock en español también tiene raíces y nombres propios.

💔 Duncan Dhu: elegancia crepuscular y memoria emocional
A las 21:24h, la transición fue de la furia guitarrera al susurro introspectivo. Mikel Erentxun, único miembro original en esta encarnación de Duncan Dhu, subió al escenario con el porte de quien sabe que su cancionero habita la memoria colectiva. Acompañado por una banda solvente y refinada, repasó clásicos como "Jardín de Rosas" o "Esos ojos negros" con nuevos arreglos que aportaron matices íntimos y atmósferas otoñales.

Desde el comienzo con "Capricornio" y "Nada", el tono fue introspectivo y elegante. La secuencia de "Una calle de París", "Mundo de cristal" y "No puedo evitar pensar en ti" tejía una narrativa que iba de la melancolía a la esperanza, con un sonido más contemporáneo de lo que muchos esperaban. La banda, liderada por una sección rítmica sobria y un teclado que aportaba capas ambientales, supo revitalizar sin traicionar la esencia del grupo.
El cierre fue sencillamente emocionante. "Cien gaviotas" fue un estallido coral, con el público convertido en protagonista, y "En algún lugar" fue el himno generacional que cerró el círculo emocional abierto media hora antes. Duncan Dhu no solo evocó una época: la reescribió desde la madurez, dejando el escenario en un estado de calma expectante, como quien apaga las luces de una habitación sabiendo que lo mejor está por empezar.

💥 Maná: fuego, agua y memoria generacional
El reloj marcaba las 22:47h cuando las luces se apagaron y una guitarra afilada cortó el silencio. El estallido de "Hechicera" marcó el inicio de una ceremonia musical que conjugó nostalgia, pasión y una producción visual impactante. Fher Olvera emergió vestido completamente de negro entre luces azules y destellos de chispas metálicas, entregando un solo de guitarra que selló una conexión inmediata con el público.

Desde el inicio, el grupo mexicano demostró que su espectáculo es tanto una experiencia musical como teatral. Los colores del escenario se transformaban con cada canción: del rojo ardiente de "Corazón espinado", con Sevilla coreando el estribillo entre estallidos de CO2, al azul profundo y las ondas visuales de "Manda una señal". "Mariposa traicionera" tiñó la plaza de púrpura mientras mariposas naranjas revoloteaban en las pantallas.
Fher no solo cantaba, también narraba. Compartía anécdotas personales con un humor tierno y crítico: su primer viaje a Sevilla, una cerveza clandestina entre besos con su esposa, una exnovia que lo cambió por un "rubiecito del convertible azul". Cada historia precedía una canción como "Te lloré un río" o "Oye mi amor", reforzando el vínculo con una audiencia que se reía, coreaba y aplaudía con fervor.

La carga simbólica del show fue en aumento. "Me vale" vino precedida de un mensaje a los sevillanos auténticos, coronado por un solo de batería atronador de Alex González, quien vestía una camiseta con la imagen de Camarón. Luego, "Eres mi religión" fue introducida por un elefante hinchable que emergió al lateral del escenario, provocando una ovación infantil y encantada.
El tramo final fue una sucesión de himnos. "Vivir sin aire" sonó con una profundidad inesperada; "En el muelle de San Blas" suspendió el tiempo, mientras "Rayando el sol" se transformó en liturgia cuando el público cantó a capela, micrófono en alto, formando una catedral laica bajo el cielo sevillano. Fher, visiblemente conmovido, cerró con "Clavado en un bar", la canción que celebraba la tristeza con espíritu de fiesta.

Antes de despedirse, hubo espacio para mensajes políticos: solidaridad con Palestina y Ucrania, críticas al armamentismo y un llamado a la educación. Todo dicho desde el corazón y con una cerveza en mano, como quien brinda por un viejo amor que nunca se fue.
🌟 Música como acto de fe: entre la piel y el alma
Uno de los momentos más celebrados fue el solo de batería de Alex González, que sirvió de interludio y catarsis. Le siguieron "Eres mi religión", con la aparición del elefante hinchable, "Vivir sin aire" y "En el muelle de San Blas". La Plaza de España se transformó en una catedral laica durante "Rayando el sol", cantada a capela por miles de gargantas que parecían pedir que la noche no terminase nunca.

La despedida llegó con "Clavado en un bar", como un último brindis compartido entre viejos amigos. Pero antes, Fher recordó a su hijo, hizo una videollamada para mostrarle la belleza del lugar, y pidió a los políticos que inviertan en educación y no en armas. El concierto fue un canto a la autenticidad, a la persistencia del recuerdo y al poder de la música como resistencia emocional.
🎉 Conclusión: un puente sonoro entre generaciones
La noche del 22 de junio de 2025 quedó grabada en la memoria de Sevilla como una de esas veladas en las que el tiempo parece diluirse. Airbag puso la electricidad; Duncan Dhu, la melancolía; Maná, la épica. El Icónica Santalucía Sevilla Fest demostró, una vez más, su capacidad para orquestar encuentros que son mucho más que espectáculos: son celebraciones de la identidad musical en español, de la diversidad y de la emoción compartida.
Desde Crowding News seguiremos ofreciendo una cobertura exclusiva y en profundidad de los eventos que hacen vibrar a las ciudades y a sus gentes. Porque sabemos que los conciertos no solo se escuchan: también se recuerdan, se viven y se sueñan.